Cuentan
que al mundo lo ha hecho la palabra, así lo relata por ejemplo el apóstol Juan
al comienzo de su evangelio. Y si por ello quedara como asunto de cristianos,
citada la referencia, continuo.
Desde
el principio por la palabra o a través de la palabra, se hacen los mundos; pues
cada mundo creó su palabra, y por ello la palabra al respectivo mundo.
Así, que ya no es verdad porque desde una máxima autoridad se
sentencie, sino porque por nuestra experiencia y evidencia la valida.
En nuestro mundo la palabra la hace la propaganda, y la
propaganda con sus consignas verbalizadas y verbalizables en nuestro interior por
la memoria que cuales mantras, terminan por su reiteración, acuñando nuestras
conductas.
Esta propaganda y consignas custodiadas, circulan por todos
los lugares incluso por las cortes de los gobiernos, ya comités, consejos o
cámaras … creándose mundos paralelos, si no se contrastan con las palabras
discordantes cuales detonantes. Éstas palabras pueden hacer creer al mismo rey
o gobierno, que “yendo desnudos estuvieran ricamente ataviados”. Pues por
cuento, nos reímos del suceso, si bien no es cuento sino verdad, en su realidad
… por ello, cambia la realidad y descubrirás la ficción.
Entremos en hechos para aseverar la exposición. Acaso la palabra
del maltratador no hace al mundo del maltratado como un resultado consecuente y
evidente. La manipulación mental manifiesta tras las palabras es una
maquinación que se crea y se transmite. Así los mundos creados también se
transmiten, mediante las palabras…
También la palabra del enamorado hace al cortejado alago, y
depositario de un mundo de idilios. Así queda evidenciado que las palabras
construyen los mundos en los que nos desenvolvemos y vivimos.
Las palabras, si, las palabras, cual producto, tambien queda
bajo la demanda y la oferta, la oferta y la demanda. La publicidad es su
mercado. Ella crea lo que se va a demandar y consumir, o lo que por no
demandarse pierda su valor y de inanición desaparezca. Hoy somos testigo de una
demanda: noticias de epidemia, no se surten otras. Pareciera como si al
recluirnos en nuestras casas, nos hubiéramos cerrado al mundo.
Y así, encerrados en este mundo creado y ficcionado,
recordamos el modelo de Platón y su “mito de la caverna” donde sombras
ficticias vahídas de humos cual sueño, creyéramos vida.
Despertemos,
inmunicemos nuestros oídos. Filtremos las palabras tóxicas y a través de una
cáustica crítica, descompongamos los mensajes y consignas… Sepamos como Ulises
taponar nuestros sentidos ante los difusos “cantos de sirenas” que nos
enmarañan y enredan como a Laoconte las sierpes.
Despertemos
de este discurso que nos adormece, armémonos de las palabras antídotos de las
que envenenan. Despiertos, vigilantes, ante estas tempestades que aún tenemos
delante. Hagamos un nuevo mundo no de palabras sino de realidades. No de
elucubraciones y evocaciones sino de acciones. No creamos, bien vivamos, pues vida
es lo que hoy tenemos por delante.
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