martes, 29 de octubre de 2019

las mayorías seguimos siendo ingenuos creyentes, pero ya no somos lo que fuimos, somos diferentes, quizás reticentes.



Frente a “El Ocaso de los dioses”, de R. Wagner, “La Muerte de Dios”, de F. Nietzsche, o “La Agonía del Cristianismo”, de Miguel de Unamuno, ya en distintos momentos y en contextos demográficos y culturales diferentes, se otea y percibe el final de una época de la que ya somos todos testigos.


Se da la constatación de la disolución del sistema de creencias que daban identidad y configuración a nuestra cultura occidental europea. Y Europa pese a su expansión colonial preponderante, al mismo par desfiguraba su identidad, cual marchitada imagen ya que todo había venido siendo fruto de una cosmética imperialista y un maquillaje de alienación.


Wagner reviste la marchita y mustia civilización nuestra con la tragedia que aguarda a nuestra cultura, sus protagonistas, bien Rienzi, o Sigfrido preludian poéticamente el declive final de la sociedad que los fraguó…


En torno a la Alemania de la que surge el luteranismo contestatario al catolicismo, el Sacro Imperio Germánico competidor del Sacro Imperio Romano, su duelo derivara hacia sus mitos … En esta pugna lucha la evidencia, que a lo largo del siglo XIX, eclosionen el mayor nº de órdenes y congregaciones religiosas católicas para reparar el enorme freo que se le abría al muro ideológico tradicional frente a las nuevas corrientes, científicas (evolucionismo, materialismo y tecnológico-científico). 


Ya no era una cuestión cultural-ideológica, era la misma sociedad que se hacía, a sí misma más consciente de su poder y fuerza mediante su “cultura de masas”. Y su arma política, la democracia, para quitar y poner gobiernos elegidos por “el pueblo” ante ofertas y promesas de lograr satisfacer deseos colectivos, incuestionables en tiempos pasados … y el contagio ilusorio de, “¿si mi vecino lo lograba … porque yo no”?


Los mitos, y la religión uno más, sucumben ante la razón ya más fundada en pruebas y datos predecibles y controlables. Se logra saber por qué se producen los hechos y los podemos manipular y vencer. Es la ciencia y la tecnología la nueva religión y fuente de creencias. Ya no se necesitan pontífices que oficien intermediando entre esos seres mágicos -a los que adorar resignados sin llegar a entender sus designios- y el ser humano que se rebela y lucha por su libertad soñada … 


Si bien en esta liturgia, la propaganda interferirá derivando hacia tendencias; el control de la información jugará un rol fundamental en la deriva de las tendencias … no nos libramos de las ceremonias ni de las liturgias… las mayorías seguimos siendo ingenuos creyentes. Pero ya no somos lo que fuimos, somos diferentes.


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