Frente a “El Ocaso de los dioses”, de R. Wagner, “La Muerte de Dios”, de F. Nietzsche, o “La Agonía del
Cristianismo”, de Miguel de Unamuno,
ya en distintos momentos y en contextos demográficos y culturales diferentes,
se otea y percibe el final de una época de la que ya somos todos testigos.
Se da la constatación de la
disolución del sistema de creencias que daban identidad y configuración a
nuestra cultura occidental europea. Y Europa pese a su expansión colonial
preponderante, al mismo par desfiguraba su identidad, cual marchitada imagen ya
que todo había venido siendo fruto de una cosmética imperialista y un
maquillaje de alienación.
Wagner reviste la marchita y mustia
civilización nuestra con la tragedia que aguarda a nuestra cultura, sus
protagonistas, bien Rienzi, o Sigfrido preludian poéticamente el declive final
de la sociedad que los fraguó…
En torno a la Alemania de la que
surge el luteranismo contestatario al catolicismo, el Sacro Imperio Germánico
competidor del Sacro Imperio Romano, su duelo derivara hacia sus mitos … En
esta pugna lucha la evidencia, que a lo largo del siglo XIX, eclosionen el
mayor nº de órdenes y congregaciones religiosas católicas para reparar el
enorme freo que se le abría al muro ideológico tradicional frente a las nuevas
corrientes, científicas (evolucionismo, materialismo y tecnológico-científico).
Ya no era una cuestión cultural-ideológica,
era la misma sociedad que se hacía, a sí misma más consciente de su poder y
fuerza mediante su “cultura de masas”. Y su arma política, la democracia, para
quitar y poner gobiernos elegidos por “el pueblo” ante ofertas y promesas de
lograr satisfacer deseos colectivos, incuestionables en tiempos pasados … y el
contagio ilusorio de, “¿si mi vecino lo lograba … porque yo no”?
Los mitos, y
la religión uno más, sucumben ante la
razón ya más fundada en pruebas y datos predecibles y controlables. Se
logra saber por qué se producen los hechos y los podemos manipular y vencer. Es
la ciencia y la tecnología la nueva religión y fuente de creencias. Ya no se
necesitan pontífices que oficien intermediando entre esos seres mágicos -a los
que adorar resignados sin llegar a entender sus designios- y el ser humano que
se rebela y lucha por su libertad soñada …
Si bien en esta liturgia, la propaganda interferirá derivando
hacia tendencias; el control de la
información jugará un rol fundamental en la deriva de las tendencias … no
nos libramos de las ceremonias ni de las liturgias… las mayorías seguimos
siendo ingenuos creyentes. Pero ya no somos lo que fuimos, somos diferentes.
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