Si contribuyentes de reino o república,
nada ganamos si seguimos siendo
siervos de ellos.
Si, a veces, damos audiencia y credibilidad, -por ello, o no-,
al pensamiento y argumentos de una persona o institución, y por el mero hecho de provenir
de ésta, su aceptación o rechazo; entonces observaremos que el auditor no posee un
pensamiento crítico y autocrítico. Dar crédito a los “soportes” de la
transmisión es cosa del campo comercial y publicitario, pero no del raciocinio.
A veces las formas se intercambian y trasladan su aplicación (cual
“Photoshop” modificando, alterando la realidad…) a campos para los que no son
convenientes ni adecuado… pues no siempre los hechos son extrapolables (ejemplo,
resultados de experimentos de laboratorio aplicados directamente a la población
real…).
Desde el siglo XIX, y por inducción de la concienciación de
clases por parte de la sensibilidad obrera, se vienen intentando “proyectos” de
aglutinación (“pueblos del mundo uníos”) y de este principio hemos venido
generando estructuras globalizadoras, no siempre acertadas.
Hemos de tener mucho cuidado por la responsabilidad implícita
subyacente… Sobre todo, cuando se ha
querido construir un conjunto eliminando otro… resultando ser más, un nuevo
imperialismo que un universalismo del proyecto pretendido.
Hoy sabemos que todos los miembros de la especie humana
debemos obtener –por derecho, no por concesión de nadie-, la garantía de
satisfacer las necesidades básicas de subsistencia (alimentación, salud,
seguridad, libertad de pensamiento, asociación y desplazamiento, y creatividad
… y autorrealización personal) porque las diferencias no nos pueden destruir ni
empobrecer sino facilitar nuestro crecimiento personal y colectivo.
Si tras las Autonomías y los Estados se esconden la
desigualdad y tras ésta, el quiebro de la justicia, no defenderé nunca aquellas
estructuras que explotan, por acción u omisión, a terceros. Y si la forma de gobierno de una monarquía
es corrupta, pero la republica igualmente lo fuera, no apostaré por estas
formas injustas de gobernar al pueblo soberano…
Negar una propuesta no supone aceptar la opuesta,
probablemente en la disyunción aparezca el error lógico del planteamiento… Sólo
hemos de buscarlo, porque pudiendo estar, no le vemos…
Por otro lado, dejo muy diáfano, ¡claro que estoy de acuerdo
que al pueblo soberano hay que escucharlo!… previa educación y formación en este propósito … pues, si a un
futuro monarca se le propicia una educación exquisita y cuidada para el
menester futuro, ¿por qué al pueblo soberano no se le instruye y arguye de/en
las fórmulas y consecuencias…? Tampoco podemos confiar el gobierno de los
pueblos a patanes e ineptos… que tanto quien elige como el elegido ha de ser
merecedor de la investidura de poder para el ejercicio del buen gobierno, - (y
no pareciera que me estoy expresando como un simple ilustrado del siglo
XVIII)-.
Así, al mismo Pablo Iglesias y su grupo, detecto que están
cayendo en un populismo más, y tal error en estos tiempos, es muy
peligroso.
Al pueblo soberano hay que escucharlo mucho más.
¡Cierto! Luego los referéndums son
necesarios ya que el voto a partidos “institucionalizados” con listas cerradas
por ellos, a su conveniencia e intereses, no garantiza la verdadera democracia…
Y el independentismo, que intenta valerse de las contradicciones
del sistema que le construye, resulta aprovecharse de un uso parcial de este
derecho, … tergiversando formas institucionales, resultando una malversación,
un uso inadecuado del derecho del pueblo a su bienestar y progreso … no de sus
clases dirigentes.
Nada ganamos si somos contribuyentes de reino o de república
si seguimos siendo siervos de ellos.
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