sábado, 10 de mayo de 2014

"nacía entre las piernas de mi madre"


“Entonces”

     Nacía entre las piernas de mi madre, a las claras del día, cuando se colaba la luz por la ventana, casi cerrados los contraluces. En aquella habitación grande que lindaba con la calle, de paredes blancas y de techo alto con artesonado de vigas de madera. Tras la noche de espera, de manos de Maruchi, la comadrona del pueblo, llegaba a este mundo. Sí, entonces, en aquellos años, nacíamos en las casas.

     Así, presente en esta vida, a las 6:55, junto a mi madre, mis tías, mi abuela. Luego mi padre, y mis tíos, que esperarían en el patio de la casa.

     Era un 11 de mayo, vísperas de la Ascensión, cuando arribaba en Sanlúcar, en el Barrio Bajo, en la calle Luz, en el entonces nº 2, en aquella casa de vecinos en el centro de la calle, junto a la casa de María Botos y Lola Rios a un lado, y al otro, la puerta de la tahona de la panadería “San Diego”, de Manolet, en el Carril del mismo nombre, que de la playa lleva al mismo castillo.

     Tenía aquella habitación el suelo de losas hidráulicas, de tonos grises, jugando sus trazos con contornos claros y oscuros, simulando una gran alfombra que cubriera el suelo. La cama era alta, como las de entonces, con sus mesitas de noche, y un cuadro de la Virgen del Carmen en su cabecera; el armario ropero con dos lunas biseladas de espejo, una a cada lado y la cómoda con sus grandes y pesados cajones, la gaveta y su losa de marmol. ¡Ah!, y la coqueta aparador, con su luna de espejo ovalada, junto a la ventana.

     Dicen que era “un pepón” –un muñeco de cartón de entonces-, muy hermoso, y fui aquella misma tarde inscrito en el Libro Parroquial, y bautizado en la Iglesia de Santo Domingo, como era costumbre, a dos bocacalles de casa.


     Han pasado 58 años, de aquel día, pocos vestigios que quedan se puede entender ahora, al ver la vida como esta continua metamorfosis, donde todo se transforma y se hace difícil evocar, salvo a través del recuerdo y las palabras escritas. La vida vivida cual camino transitado y alejado, mirando hacia el destino, siempre es una experiencia personal y extraordinaria. 

"entonces..."

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