Felicitaros,
¡pues claro que quiero felicitaros!
Y transmitiros
Dicha, Buena Nueva y Felicidad.
Al margen
de cualquier “credencial”.
A fin de cuentas, … en estas fechas lo que celebramos, de
celebrar, es el cumpleaños del tal Jesús de Nazaret que, algo debiera provocar
cuando después de 40 años
-tiempo
transcurrido entre los hechos y la escritura de los Evangelios- recordando lo pasado,
empezaran a considerar su extraordinario proceder. Mucho, y
muy extraordinario debiera ser, para provocar que “unos longevos y otros pimpollos”,
se pusieran a recordar los aconteceres y anécdotas sucedidos 30 o 40 años
atrás…
Todos tenemos memoria y sabemos cómo ésta borra
aconteceres irrelevantes o espurios y que sólo aquellos realmente importantes,
sorprendentes,
quizás
traumáticos, serán troquelados y guardados muy internamente, para la salvaguarda
de la misma supervivencia…
Y por evocar alguno, recordaré ese en el que,
en el fragor de una dilapidación: enardecida la caterva, ensordecidos los
sentimientos y anuladas la identidad de los verdugos, quisieran ajusticiar a una
mujer. Éste tal Jesús con una imprudencia desmedida, se encara a éstos, y
poniéndose delante protegiendo con su cuerpo el campo de tiro les advierte, que
el que estuviera libre de pecados… todos sabemos que en el ardor de un
linchamiento pocos raciocinios se manejan… Pues bueno, este tal Señor en éstas
se vio… y además, vivió para contarlo…
Y ¡anda que aquella vez! que en el trajín del
mercadeo de transacciones que se celebraba en el “Sagrado Templo, del mismísimo
Salomón”, se arrebolara y enalteciera, blandiendo en vez de espada una cuerda,
fustigando a modo de látigo, arreando sin piedad, largando raudas las
operaciones mercantiles correspondientes a: si
“la bula de cincuenta dinares perdonara
los pecados del padre y, también del abuelo, y a ser posible les propiciara una
rebajita…”. En estas liquidaciones se entretenían circunspectos hombres con
licencias sacerdotales… [qué cantidades de riquezas no acumularan en el Templo
de Jerusalén que cuando Tito y Vespasiano la conquistaran en el año 70,
dispusieron recursos para construir el Coliseo de Roma…]
Y a estas liquidaciones … pretendiera acabar. Aunque
bien poco tiempo duró. Volverían al antiguo vicio los sacerdotes de Roma
vendiendo bulas por dinero para construir la Basílica de San Pedro, y aún
siguen, pasando limosnas para costear tremendo “edificio” …
Viendo, pasado el tiempo, podemos entender
ahora que la nueva concepción doctrinal se abre de un dios exclusivo para
pueblo cerrado a una raza, a una nueva interpretación, ya para todos los
hombres sin ser segregados. Esta renovación, resulta ser lo verdaderamente
desconcertante, todos sin distinción con acceso libre a la casa de este
Dios-Padre.
Quede la cosa aquí, y fuera o no cierto, ¡Señores y señoras! De entonces acá, nada
quedara igual, ¿o sí?
21 de
diciembre de 2016
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