Conmemorando nuestra Constitución… una Constitución que garantiza
la fragmentación social y la desigualdad entre los españoles… España sigue
siendo un problema a resolver.
La manía de no llamar a las cosas por su nombre. A tenor del Título II de la actual Constitución de 1978, (¡huy!, ¡no nos vayamos a confundir,
translocando números con la del 1789, y rueden cabezas!). Así tenemos una monarquía
parlamentaría, como la Dictadura dispuso de su democracia orgánica representativa…
De aquí, el Señor real en jefe de su casa, se encasqueta títulos cual plumero
de indio siux, (véanse títulos de propiedad, ostentación y ornamento, perteneciente
a la “corona”-1-), y extiende también en regalía a su heredero o heredera, otra
cadena de lisonjas inflacionadas… (veámos las que les va en juego -2-).
Con esta andanada de nobiliarios títulos, se cargan el
principio de igualdad de “todos” (menos ellos) los españoles… El rey no es igual a sus
correligionarios del reino… y de ello, del rey para abajo, se constituye la pirámide
estamental: un estado nobiliario –Nobleza-, un estado clerical-Clero- y, un “Tercer
Estado”, la Burguesía más o menos popular que vulgar, según las pátinas de
dinero que pudieran acaparar.
Nuestra sociedad tras la tradición vive en traición, privilegios estamentales y forales,
y como detrás de la idiosincrasia y el folklore, sacralizado por las costumbres
arcanas y arcaicas, se reclama independencia recurriendo a conflictos históricos,
y de este modo, en base a la tradiciones perpetuamos desigualdades, y con la
desigualdad, injusticias manifiestas, elementales y básicas… en nombre
de una Historia que traiciona nuestra realidad presente.
Como aceite y agua, monarquía y democracia no es posible, al igual que la clerecía, que se inviste
de sacralidad, y con ella de privilegios tras cortinas de humos, de incensarios
y salpicones de hisopos. Dotados de una Constitución feudal de rancios títulos
sobre corruptos cuerpos queriéndonos hacer ver la esencia patria de unas
costumbres momificadas.
La identidad de España es más que tradiciones, la
identidad de España ha de construirse desde una realidad de justicia e igualdad,
de la justicia-igualdad surgirá la legalidad, y de iguales, solidarios, y de
solidarios, cooperantes y entonces cohesionados en una diversidad plural que no
trampea ni esconde, sisa ni engaña, y de este comportar, dignos y nobles, no
por propiedad ni acaparación de títulos, sino por grandeza de alma, unidos
frente al destino.
Tomado de Wikipedia:
-1-. Los títulos históricos que corresponde a Su Majestad
el rey de España son los siguientes, si bien cuando se trate de Estados de
los que actualmente no es soberano se usan bajo la fórmula non præjudicando:
·
Collar Rey de Castilla, de Aragón, de León, de Navarra, de Granada,
de Jerusalén,
de Toledo,
de las Dos Sicilias,
de Valencia,
de Galicia, de Mallorca, de Menorca, de Sevilla,
de Córdoba,
de Murcia,
de Jaén,
de Los Algarves,
de Algeciras,
de Gibraltar, de
las Islas Canarias,
de las Indias Orientales y Occidentales,
de las Islas y
Tierra Firme del Mar Océano.
- Archiduque de
Austria, Duque de Borgoña,
de Brabante,
de Milán, de Atenas y
de Neopatria.
- Conde de Habsburgo, de Flandes,
del Tirol, del Rosellón y
de Barcelona.
- Señor de Vizcaya y
de Molina.
- Etcétera.
-2-. Los títulos históricos de los herederos de los
diferentes reinos hispanos son los de:
- príncipe
de Asturias, como heredero de los reinos de Castilla y de León, con origen en 1388;
- príncipe de Gerona, como heredero del Reino de Aragón, con origen en 1351 —como
duque de Gerona y desde 1416 como príncipe—;
- príncipe de Viana, como heredero del Reino de Navarra, con origen en 1423;
- duque de Montblanch, como heredero
del Principado de Cataluña, con origen en
1387;
- conde de Cervera, como heredero del Reino de Valencia, con origen en 1351; y
- señor de Balaguer, como heredero del Reino de Mallorca, con origen en 1413.
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