domingo, 23 de agosto de 2015

La Bruja Circe y su discurso político encantado.

 Aviso a navegantes aturdidos por el desencanto y la desafección.
(En torno al artículo de opinión de MRB en Faro de Vigo, del 4 de marzo de 1983)

Después de leído, pienso en su estilo de pensamiento.

Mariano Rajoy Brey, ha llegado, donde ha llegado por el arte del disimulo, por el propósito de no molestar a nadie, contemporizando con unos y con otros. Pareciendo, convenciendo que está contigo, cercano, te comprende; dice estar con la clase media, con los que emprenden, con los que trabajan duro, está con la investigación… está en todas partes y con todos, con Camps y con Bárcenas, con Rita y con Fabras, con Rato y con Aznar… ameniza con todos, aparenta ser del entorno, incluso parece que gana poco, como uno más… es un Claudio-emperador, con tics gestuales, habla farfullera corregida con los años, pero el chico, parece de los tuyos.

Pero es clasista, despiadado, inmisericorde, las heridas que deja su política en las gentes no le mueven para paliarla; argumenta y justifica aplicarse por un bien necesario, por la superación de la crisis; crisis ocasionada por tanto despilfarro “social” … aunque los resultados sean críticos por desiguales, encumbrando mucho a pocos y arruinado totalmente a muchos. Entonces racionaliza y aflora su selección natural, “no somos iguales”: justifica que los ricos lo son por capacidad… capacidad inmoral, para consentir y aplicar la explotación laboral y humana.

Trajinaba, ya de años, la contabilidad opaca, como las tarjetas, mientras hablaban de transparencia… su gobierno demuestra aplicar un discurso que no es semántico con el entender llano… realmente usan un discurso capcioso, con doble intencionalidad, una la expresa, la otra soterrada. Utilizan un discurso “encantado” que embauca a los “desconcertados y aturdidos”

Retrotrayéndome a 1983, entonces Mariano tendría 28 años, ya está situado, es registrador de la propiedad, pertenece a una estirpe-casta económica, el dinero le entra como si nada, y cual terrateniente o senador romano se dedica a la política, en el sentido literal, al neg-ocio. Es ya diputado por su comunidad y goza de padrinazgo. Es un chico bueno en el sentido aparente de la palabra. Pero quiere llamar la atención en el terreno público, darse a conocer, y lanza su soflama.

Decir, aporta poco, un solo libro le vale para sostener su pensamiento, lo recubre de una ciencia farragosa imprecisa, pero en la que quiere improntar enjundia y saber. Como si la vida solo admitiera un estilo de existir, acapara el pensar “de los del siglo VI”, antes de cristo, con arrebato apodíctico, y saltándose toda la corriente humanista del Renacimiento, la Reforma luterana y la Contrarreforma católica, el Enciclopedismo y la Ilustración, las revoluciones e independencias en países punteros, y el propio mercantilismo, se coge a Mendel -y podía haber tomado también a Darwin- y pontifica que como guisantes perpetuamos no solo la biología sino la frenología.

Inviste de dogma una pseudociencia que pretende legitimar la supremacía de unos hombres-estirpe, frente a otros… de esto ya han pasado 32 años. Las personas inteligentes evolucionan porque son capaces de aprender y del aprendizaje, recomponer los argumentos y criterios que rigen su comportar. El pensamiento humano evoluciona a lo largo de la historia, pero también regresiona. Considerar que el pensamiento humano no compendia la integración de las experiencias de todos los pueblos, es una ofensa a la propia inteligencia. Simples son sus consideraciones, pero “concluyentes” para su propósito.

Hace un discurso “políticamente correcto” de “regresión”, amoldado a su auditorio… un auditorio que hoy goza de su agrado, porque domina ese discurso ambiguo, ese congraciamiento de tópicos, ese antigregarismo de quienes –“muertos de hambre huyeran de la penuria-. No quieren ser como su vecino y quieren ser más, y entonces trepan y emulan formas camaleónicas para parecer lo que no es, revistiéndose de triunfadores… ¿De dónde surgen entonces esos votos que sustentan su gobierno?

Mariano es lacayo de jefes, lo fue de Franco, lo fue de Fraga y ahora de Merkel. Él no tiene ideas, la toma de los que mandan, y cual cangrejo ermitaño se amolda al cascaron de la caracola de turno, pero sabe una cosa, parecer que es de los nuestros, que está a nuestro lado, que nos comprende, que hay que bajar impuestos, aunque luego los suba, que los servicios públicos sean de calidad mientras que siegan su fuentes de financiación… las retribuciones, moderadas, mientras sus cargos la revientan con sueldos desmedidos y pensiones vitalicias…

En fin, por más, Rajoy es la Bruja Circe, y mientras que no le desenmascaremos seguirá convirtiéndonos en cerdos que hozamos los suelos y proporcionamos suculentos jamones a otros, los mejores, los aristócratas de las finanzas y mercadeos. ¡Que es un farsante!, de tomo y lomo, pero creído por sus votantes.


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