Mientras
sigamos siendo tribu, no nos es posible adquirir conciencia de, y constituirnos
en, Estado Soberanos.
Seguimos
siendo tribus, seguimos con nuestros viejos tótems, pretendemos
hablar/comunicarnos con nuestros vocabularios, prosodias, giros lingüísticos,
expresiones, … que reproducen “esquemas primarios y concretos de pensar”. Nos
identificamos por diferencias, … creamos
“tribus temporales” artificialmente entre generaciones, … a las “etapas
cronológicas” o relevos generacionales, se les pretende acuñar y troquelar
“sellos de identidad” … Cuales hitos con el que inscribirse en el tiempo, por
buscar una permanencia… en la inmanencia de una presencia mudable que se esfuma
y exhuma…
Como
“marcas de identidad” talladas en piedras o troncos … o en arcillas, o tintadas
en papiros o pergaminos… pero las mismas castas y lastras. Los mismos grupos
-lobbies- y clases sociales, no son sino tribus dentro de nuestra sociedad, por
intereses, por afinidad, por conveniencia, por afectos, … Hay bandas juveniles y clubs, cofradías,
gremios, colegios, sindicatos, comitivas, …
Todo grupo humano tiene un
proceso de culturización diferente en el tiempo y en el espacio.
Solo cuando somos capaces de salir de este proceso-cauce y extrapolar nuestros
pensamientos y percepciones podemos acceder a otras elaboraciones.
Para
construir nuestro “estado de bienestar conjunto” es necesario hacer un acto de
inteligencia y conciencia y llegar a pactar, pactos estables y revisables.
Los
estados, ya en la naturaleza, en la sociedad y en la política, contienen reglas/leyes
que les definen. El pacto en el que se unen, consensua desde una voluntad de
lealtad a aquellos principios que acuerdan las partes. Resulta ruin que una de
las partes, en el momento que el juego le beneficia, rompa reglas
unilateralmente.
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